Vamos a imaginar q
vamos a jugar al ajedrez, vamos a imaginar que a estas alturas esto
lo sigue leyendo alguien. Tomenlo como un regalo de Navidad, pues bajo mi punto
de vista, crear un escenario imaginario y compartirlo, es siempre un regalo. Y
es que además, las cosas de las cuales jamás deberíamos volver a hablar, son solo digeribles
en este tipo de escenarios. Comencemos la partida pues; salen blancas por supuesto, con un peón, evidente ... pasado un tiempo, hemos llegado a un punto clave de la partida, nos encontramos con la torre blanca eligiendo entre dos movimientos muy distintos; uno, el correcto, el que daría ventaja clara a la partida; el otro, una utopía, un riesgo para ganar o perder de forma diferente, un lugar donde huír y empezar de nuevo, a fin de cuentas. Aquí es dónde elegir se convierte en escoger, y en un segundo final, hay que tomar la decisión. No es difícil imaginar el movimiento escogido, ese que sabes que jamás será plagiado por tu conservador y predecible rival que va a preferir unas tablas a una derrota siempre. Y ahí nos fuimos, a ese lugar seguros de que la pieza rival jamás hará lo mismo. Pero a
veces, sobre todo en el ajedrez o en la vida, la táctica rival no es lo que uno espera y
sucede que una torre negra copia tu imposible movimiento incomprensiblemente; piensas que quizás por poca experiencia en
el juego, o simplemente porque no tenía necesidad de ganar o de perder, que simplemente jugaba a jugar al ajedrez. Dan igual los motivos, al suceder, toda la táctica se desmorona y sientes que ya no quieres seguir jugando, pero sentir rara vez pasa de ser un deseo. Sigues jugando, vaya. Una posibilidad entre mil, quizás, pero viva la vida!
(te rearmas, por qué a fin de cuentas, esto es la salsa de la misma), torre negra y torre blanca en una nueva
dimensión y de nuevo juntas, con un destino temporal parejo. Era imposible,
pero ha ocurrido. Han pasado algunos años y ya hace bastante que no juego al ajedrez. Hoy he pensado en la partida, no sé por qué, y de repente me he dado cuenta de que todavía no sé si gané o perdí después. Quizás haya partidas que se acaben antes del final, quizás haya desenlaces insignificantes o quizás es que todavía se esté jugando, quién sabe.
SEREMOS COMO ÉL ES
Hace 2 semanas
3 comentarios:
Yo no juego al ajedrez... y, sin embargo, creo que siempre se está jugando una partida...
Mmm, interesante apreciación... Voy a analizarla. Gracias...
Analizada! Esa sensación es muy común, me he dado cuenta analizando y sobre todo sondeando al entorno que fui encontrando a mo largo del día, es curioso como casi nadie,juega al ajedrez, y en cambio casi todos saben de que va, quizás simplemente haya sido una metáfora histórica de la humanidad, o simplemente será q todos somos peones jajá, en cualquier,caso, a veces un comentario supera a una entrada. Como el tuyo Essa. Sublime! Plas Plas Plas !!!
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