Lisboa

29 julio, 2008
Dicen que el tiempo todo lo cura, aunque bajo mi siempre retorcido punto de vista esos que dicen este tipo de estupideces heredadas de los ancestros solo tienen miedo a algo que no pueden llegar a comprender, a pesar de haberlo vivido. No creo que el tiempo cure nada, los mejores recuerdos sobreviven a cualquier tipo de olvido, los peores, desgraciadamente también, solo olvidamos lo más vulgar, lo más indiferente, y eso funciona solo y sin esfuerzo. Quizás esta carencia del olvido en mi forma de ser y sentir, sea lo que provoque que haya cosas que alguna gente no haya llegado a comprender de mí. No lo sé, tampoco importa hoy.

Hace justo un mes, cuando Torres marcaba el gol que nos daría la soñada Eurocopa de fútbol más o menos a esta hora, este tipo que soy yo, disfrutaba en la ciudad de Oporto de una pantalla gigante al lado de Duero como un enano, aunque evidentemente el partido solo era un matiz más de aquel día casi perfecto. Después fue Lisboa, en un viaje lleno de esperanza y entusiasmo, un viaje que resultó ser maravilloso y que hoy puedo colocar sin la más mínima duda en el trono inalcanzable de mis mejores recuerdos. Un mes después la esperanza solo es una utopía y ni siquiera la desesperanza es una realidad. Todo es diferente e indiferente a esos días tan lejanos, aún así sé que no podré quitarme jamás de la cabeza - entre otros sitios - la maravillosa ciudad de Lisboa. Que lástima los que cambian sus mejores recuerdos por los vulgares, esos que se olvidan sin más, por algo tan cierto y seguro como es eso de seguir adelante. Sin la influencia de mis vivencias en sus calles, puedo decir que Lisboa también me ha fascinado, pero esta es una historia que contaré la próxima vez que visite Lisboa.

Una noche menos

25 julio, 2008

Cuando tienes 13 años, o 17 o 21, y cuando creciste con canciones inolvidables que hoy, pasados tantos años todavía consiguen identificarte en primera persona con un lugar tan lejano como es el pasado, con sensaciones tan distintas que allí eran sentimientos auténticos de un tipo diferente que hacía cosas también diferentes el concierto que pude vivir el pasado miércoles de Roger Hodgson lo puedo definir como un auténtico lujo. Y fue un lujo en todas las dimensiones; la gente abarrota los auditorios de conciertos con lo más comercial o con las victorias seguras de lo mejor del momento, pero la gente no abarrota los auditorios por significados personales a través de la música, ver el concierto con tanta comodidad fue maravilloso, sin prisas, sin empujones, sin colas en el bar, sin ruido ni gritos de niñatos. Enfrentarte al emblemático vocalista, bajista, guitarrista principal y teclista de Supertramp de esta manera es lo que personalmente me ha hecho vivir uno de los mejores conciertos a los que he asistido jamás. Él puso el resto, un escenario sencillo con un simple saxofonista como músico acompañante y todo el repertorio de la emblemática banda en sus cuerdas vocales con una voz que no se ha desgarrado ni un ápice con el paso de tantos años, no se que decirle a mi admirado Sabina ante comparaciones tan odiosas, como todas. Mientras esperaba un taxi para volver a casa con tres cervezas de más todavía saboreaba el sonido de School en mi cabeza, tema con el que cerro la perfecta e inesperada velada. Me gusta la música, me hace mejor.

Dos mas dos igual a cinco

23 julio, 2008

Enkadenados había empezado siendo una auténtica novedad en un mundo totalmente nuevo y extraño para acabar siendo una apología total al egocentrismo y falsa adulación más obsoleta, cosas grandes aparecieron fulminantes a mi rescate y aproveché para largarme como me dió la real gana, correcto o no, pero en equilibrio con aquel estado individual. Reacción, regeneración nació en mi mente por una pequeña discusión en mi cabeza, entre mis orejas, aunque más tarde la socialicé pacíficamente de nuevo y por segunda vez en la blogosfera, más producto de un frío invierno con finales infelices que de otra cosa mas trascendental, cosas de las estaciones y al final también me aburrí y me fui de vacaciones de una forma más correcta. Con ellas y con el verano ya por la mitad dos y dos vuelven a sumar cinco, y ahora que ya ha sido parido voy a dejar al odioso niño - siempre lo son - crecer un poco y ver su "desevolución", a mi estilo claro, y ver como se acaba esta vez. ¿Será que vivo por los finales? Dos y dos podrían sumar tres siendo fiel a los principios, pero esta idea casual que el ciber destino bloguero ha reservado para mí no entiende de cosas racionales como la constancia, aunque si lo pienso fríamente, llevo tanto tiempo como el que más, aunque con tres ideas en vez de una. Es así, la operación matemática más exacta que existe y la mejor canción que he escuchado jamás. Salud y bienvenid@s a los que se pasen por aquí y a los que queden de detrás, a fin de cuentas todo es un chiste, como ya dijo en su día el gran Marx.