Rutinas

31 octubre, 2010
Las ocho

Daría igual si fuese cualquier otra hora, incluso daría igual que fuese viernes, que lo es, pero a esta hora todo el infierno se despierta dentro de mí. Es efímero y deja de tener poder con el paso de pocos minutos, pero a las ocho, cada día, todo se incendia durante un rato. Lo irónico de todo es que es perfecto que sea así, porque si no sucediera justo a esa hora, es cuando realmente tendría un problema.

Las agujas marcan el inicio, la chispa, y las personas me sirven de mecha. Sus tonos de voz, sus vestimentas, sus miradas … y sigo escalando hasta acabar con sus existencias. Cuando se me acaban las personas físicamente subo otro nivel y absorvo a través de la mente más personas, otras que todavía no están pero que pronto estarán y sigo el mismo proceso. La idea es no encerrarte en un bucle. Es necesario seguir escalando hasta llegar al cenit del influjo de esta hora que me sucede 5 días a la semana. Digiero este proceso mientras me dirijo a la cafetera, tomo un café y me fumo un cigarrillo. Luego vuelvo a entrar y simplemente enciendo ‘mi’ ordenador y empiezo a trabajar. Cuando me vuelvo a acordar ya se ha ido, y el poder de otra hora ha comenzado ya a capturarme.

Y entonces creo que lo he aprendido una vez más, y me vuelvo a dar cuenta de que es mentira un tópico más; que la vida no tiene nada de rutinaria, absolutamente nada.

Las cuatro y media

Da igual la hora que sea, incluso daría igual que fuese lunes, que lo es, pero a esa hora toda la gloria celestial se despertará dentro de mí. Efímero también pero no tanto pues el poder de esta hora tiene el don de atravesar el pasado el presente y el futuro como una daga de esperanza grandiosa a corto plazo. Como en paralelo coincide con otro aspecto fundamental, el instante, todavía cobra más fuerza. Pasado el efecto de las ocho ya empieza a funcionar, en el pasado. Llegada la hora, en el presente, se llega a la cúspide, pero sigue durante varias horas. Solo cuando se acaba el día deja de tener importancia. Pero también me sucede 5 días a la semana.

Y me vuelvo a acordar, y lo vuelvo a repetir después de un paréntesis de olvido repetitivo y diario, que la rutina no debe existir, que no existe, que solo la inventamos gracias a que algún loco o loca nos dió algún que otro don, como podría ser la imaginación.

Y entonces sucede que vuelvo a la rutina, y al volver me despierto y me doy cuenta de que ya son las ocho, y de que es lunes y martes, y que todo vuelve a empezar. Aunque, claro, en el último instante miras hacia atrás y ves que todo ha sido diferente. Y vuelvo a renegar. Quizás exista, quizás no. Pero lo que si sé es que mi lucha interna contra todo lo que no me gusta es muy real. Y saberlo me resulta exageradamente esperanzador dentro de todo este invento tan raro, y extraño.

Sublime

07 octubre, 2010
Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente; enfrentar solo los hechos de la vida y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar. Quise vivir profundamente y desechar todo aquello que no fuera vida... Para no darme cuenta, en el momento de morir, que no había vivido.

by Henry David Thoreau

Fuente: actualización de estado en Facebook de Ad Astra per Aspera

Tardes

06 octubre, 2010
Las hay de todo tipo; buenas y malas; lluviosas y soleadas. Hasta alegres y hasta tristes. De verano y de inverno, otoño y primavera. Raras y normales. Largas y cortas. Pero una cosa tengo clara, ciertas tardes, algunas tardes no se pueden perder jamás en el olvido ...

... otras si.

Tardes

El silencio

Siempre he creído que imponer es de cobardes, más que nada porque el que impone no admite nada de ti. Solo

€€€€€€€€€€€€€€

05 octubre, 2010

Y todo se resume en una cifra, en una cifra ubicada en una simple cuenta corriente. Y eso es todo. Miles de trabajadores trabajan por y para esto, y sus vidas dependen de ello. Nos hablan de beneficios, de producción. De más beneficios y de más producción. Y así año tras año. En medio un sinfin de actores; sindicatos, jefes, subordinados, clases, compañerismo, enemistades ... reuniones, comunicados, madrugones, horas extras, accidentes, enfermedades, bajas y altas, flexibilidad, necesidades del servicio, vacaciones, jubilaciones, compañeros nuevos, cambios de departamentos, días, semanas, años ... y al final, como decía el gran Chaplin, todo es un chiste. Todo se reduce a una cifra ubicada en una puta cuenta corriente. Sean quienes sean ellos, ¿Para qué querrán más dinero? Siempre me lo he preguntado.

Grandes esperanzas

03 octubre, 2010

Y resultó que ganaron, al final consiguieron ganar porque a veces cuando se gana, se gana. Empieza la historia con una pequeña empresa de unos sesenta trabajadores que consigue un pequeño contrato de una contrata de una gran multinacional. Esta le envía unos moldes necesarios para hacer cierta pieza y empiezan su producción. Con la crisis la gran multinacional baja su producción y pide menos piezas a la primera subcontrata, esta, tratando de defender sus puestos de trabajo decide que si recuperan los moldes, ellos mismo harán la pieza entera. Y aquí empieza todo ... la pequeña empresa subcontratada por la subcontrata se cierra en banda y se niega a enviar los moldes; tienen 2 años de contrato y no ven el por qué romperlo, y además es que no quieren porque no pueden pues si pierden ese contrato irían a la puta quiebra. La segunda empresa presiona y la pequeña se cierra en banda. Tanta es la presión que en una jugada maestra deciden dejar de hacer piezas. Pronto para la producción en la segunda empresa y poco después para en la gran multinacional. Se origina un conflicto grande y complejo con una clave, sin esa pieza no hay producción y punto. Una semana y siguen sin enviar piezas. Al final, consiguen que la gran multinacional se meta de lleno en el conflicto y haga respetar el contrato ante la necesidad de producir. Y pasan los meses y no se vuelve a hablar del tema, pero para algunos queda la victoria silenciosa, esa de que a veces el pequeño se come al grande y el poder cambia de barrio por unas horas o días. Lástima que no sepamos utilizar en armonía y unión el gran poder que nos otorgó por naturaleza la madre sociedad, pero estos casos, absurdos o no, me llenan de satisfacción, aunque todo acabe en el silencio. Pasó hace unos meses, y fue muy real. Grandes esperanzas aparecen te enteras de que los más pequeños todavía pueden utlizar su fuerza, sus armas, su poder ... su inteligencia.