Finales incompletos

Cuando era muy joven creía ciegamente que todo era eterno y lejano y me imaginaba imposible eso de tener treinta y pico años. Hoy miércoles, cuando la realidad ya me ha superado a la ficción y tengo treinta y cinco años, pues eso de ser tan joven lo veo muy lejano. Aquella lejana imaginación de juventud que a su vez lejanamente miraba hacía hoy se ha trasladado al presente con mutación hacía otras dimensiones más propias de los recuerdos. Este pequeño desvarío se puede resumir facilmente con los dos conceptos temporales que no he nombrado, el pasado,el futuro, complejo si, pero fácil. Las cosas cambian de un tiempo a otro usando el presente de filtro, pero desde ambos puntos pude mirar hacía el otro perfectamente, aunque lejos. Al relacionar esta juventud recordada con muchos matices de mi vida geográfica presente, pasada y futura (se puede) me doy cuenta de que ha transcurrido y transcurrirá casi siempre en esta ciudad del sur y del norte, de la región, del país. Supongo que al final las raíces geográficas si importan algo, por poner un ejemplo podría decirte que tu acento al hablar es un buen rastro de esto que digo. Esta mañana he cambiado mi camino de entrada al trabajo y ha sido una satisfactoria experiencia. Repitiéndome con respecto al día de ayer puedo decir de nuevo que a veces no soporto a la gente, que no puedo evitarlo. El no haber visto hoy ni una sola de esas caras familiares que caminan en silencio hacia un lugar que llaman sitio no era apetecible para mi equilibrio esta mañana; y esto es todo. Sé que nada de lo escrito en esta entrada tiene el menor sentido, lógica u orden, pero es que de eso se trataba, de finales incompletos. A menudo las palabras no sirven absolutamente para nada.