Dicen que el tiempo todo lo cura, aunque bajo mi siempre retorcido punto de vista esos que dicen este tipo de estupideces heredadas de los ancestros solo tienen miedo a algo que no pueden llegar a comprender, a pesar de haberlo vivido. No creo que el tiempo cure nada, los mejores recuerdos sobreviven a cualquier tipo de olvido, los peores, desgraciadamente también, solo olvidamos lo más vulgar, lo más indiferente, y eso funciona solo y sin esfuerzo. Quizás esta carencia del olvido en mi forma de ser y sentir, sea lo que provoque que haya cosas que alguna gente no haya llegado a comprender de mí. No lo sé, tampoco importa hoy.
Hace justo un mes, cuando Torres marcaba el gol que nos daría la soñada Eurocopa de fútbol más o menos a esta hora, este tipo que soy yo, disfrutaba en la ciudad de Oporto de una pantalla gigante al lado de Duero como un enano, aunque evidentemente el partido solo era un matiz más de aquel día casi perfecto. Después fue Lisboa, en un viaje lleno de esperanza y entusiasmo, un viaje que resultó ser maravilloso y que hoy puedo colocar sin la más mínima duda en el trono inalcanzable de mis mejores recuerdos. Un mes después la esperanza solo es una utopía y ni siquiera la desesperanza es una realidad. Todo es diferente e indiferente a esos días tan lejanos, aún así sé que no podré quitarme jamás de la cabeza - entre otros sitios - la maravillosa ciudad de Lisboa. Que lástima los que cambian sus mejores recuerdos por los vulgares, esos que se olvidan sin más, por algo tan cierto y seguro como es eso de seguir adelante. Sin la influencia de mis vivencias en sus calles, puedo decir que Lisboa también me ha fascinado, pero esta es una historia que contaré la próxima vez que visite Lisboa.
SEREMOS COMO ÉL ES
Hace 5 semanas