Un año más
Cuando se mira hacia atrás después de un largo día, semana, mes o incluso - como aquí y ahora - un largo año se da uno cuenta de que el término 'largo' de repente ha perdido todo su valor. Y ese día, semana, mes o año parecen haber tenido la misma duración volviendo a perder de nuevo todo su valor, pero esta vez a lo grande, porque incluso las unidades de medida del tiempo parecen totalmente absurdas. Se recurre sin vacilar entonces a alguno de los estúpidos tópicos inventados por algún demente realista de esos que hundieron a los grandes genios por miedo a los cambios, por la necesidad humana de encontrar una explicación lógica y normal y poder así seguir adelante sin inmutarse; es cuando dice, por ejemplo, que el tiempo pasa volando. Siempre ha sido fácil para algunos juzgar el pasado una vez sucedido dentro de la lógica, aunque yo por mucho que lo intente todavía no logre hacerlo, por suerte. La humanidad siempre ha sido hábil para estas cosas, entre otras miles de millones de excusas parecidas. El caso es que después de un largo año no encuentro gran diferencia en casi nada, hablando en tercera persona, evidentemente. El tiempo ha vuelto a pasar y las cosas en general siguen igual de mal, igual de jodidas para la mayoría en esta extraña civilización humana de la que a veces me gustaría no formar parte. Yo creo que el problema esta situado en algo muy simple, en que se mide mal el tiempo y que en realidad no es ni siquiera necesario el medirlo, pues es un término totalmente absurdo. De hecho, si se vuelve a mirar hacia atrás, pero mucho más lejos, en primera persona, es fácil ver de que las contadas personas que consiguieron cambiar algo de verdad lo hicieron muy rápidamente, en un simple instante y sin mayor dilación o tardanza en el tiempo. Al día siguiente todo había cambiado, tras ese segundo de gloria. Y esa es la diferencia, que las cosas grandes suceden en un simple segundo, no en un puto año. Quizás el 2011 nos brinde un segundo de estos, yo no pierdo la esperanza, también tengo mis excusas.
Muertes
Sueños
Rutinas
Daría igual si fuese cualquier otra hora, incluso daría igual que fuese viernes, que lo es, pero a esta hora todo el infierno se despierta dentro de mí. Es efímero y deja de tener poder con el paso de pocos minutos, pero a las ocho, cada día, todo se incendia durante un rato. Lo irónico de todo es que es perfecto que sea así, porque si no sucediera justo a esa hora, es cuando realmente tendría un problema.
Las agujas marcan el inicio, la chispa, y las personas me sirven de mecha. Sus tonos de voz, sus vestimentas, sus miradas … y sigo escalando hasta acabar con sus existencias. Cuando se me acaban las personas físicamente subo otro nivel y absorvo a través de la mente más personas, otras que todavía no están pero que pronto estarán y sigo el mismo proceso. La idea es no encerrarte en un bucle. Es necesario seguir escalando hasta llegar al cenit del influjo de esta hora que me sucede 5 días a la semana. Digiero este proceso mientras me dirijo a la cafetera, tomo un café y me fumo un cigarrillo. Luego vuelvo a entrar y simplemente enciendo ‘mi’ ordenador y empiezo a trabajar. Cuando me vuelvo a acordar ya se ha ido, y el poder de otra hora ha comenzado ya a capturarme.
Y entonces creo que lo he aprendido una vez más, y me vuelvo a dar cuenta de que es mentira un tópico más; que la vida no tiene nada de rutinaria, absolutamente nada.
Las cuatro y media
Da igual la hora que sea, incluso daría igual que fuese lunes, que lo es, pero a esa hora toda la gloria celestial se despertará dentro de mí. Efímero también pero no tanto pues el poder de esta hora tiene el don de atravesar el pasado el presente y el futuro como una daga de esperanza grandiosa a corto plazo. Como en paralelo coincide con otro aspecto fundamental, el instante, todavía cobra más fuerza. Pasado el efecto de las ocho ya empieza a funcionar, en el pasado. Llegada la hora, en el presente, se llega a la cúspide, pero sigue durante varias horas. Solo cuando se acaba el día deja de tener importancia. Pero también me sucede 5 días a la semana.
Y me vuelvo a acordar, y lo vuelvo a repetir después de un paréntesis de olvido repetitivo y diario, que la rutina no debe existir, que no existe, que solo la inventamos gracias a que algún loco o loca nos dió algún que otro don, como podría ser la imaginación.
Y entonces sucede que vuelvo a la rutina, y al volver me despierto y me doy cuenta de que ya son las ocho, y de que es lunes y martes, y que todo vuelve a empezar. Aunque, claro, en el último instante miras hacia atrás y ves que todo ha sido diferente. Y vuelvo a renegar. Quizás exista, quizás no. Pero lo que si sé es que mi lucha interna contra todo lo que no me gusta es muy real. Y saberlo me resulta exageradamente esperanzador dentro de todo este invento tan raro, y extraño.
Sublime
by Henry David Thoreau
Tardes
El silencio
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Y todo se resume en una cifra, en una cifra ubicada en una simple cuenta corriente. Y eso es todo. Miles de trabajadores trabajan por y para esto, y sus vidas dependen de ello. Nos hablan de beneficios, de producción. De más beneficios y de más producción. Y así año tras año. En medio un sinfin de actores; sindicatos, jefes, subordinados, clases, compañerismo, enemistades ... reuniones, comunicados, madrugones, horas extras, accidentes, enfermedades, bajas y altas, flexibilidad, necesidades del servicio, vacaciones, jubilaciones, compañeros nuevos, cambios de departamentos, días, semanas, años ... y al final, como decía el gran Chaplin, todo es un chiste. Todo se reduce a una cifra ubicada en una puta cuenta corriente. Sean quienes sean ellos, ¿Para qué querrán más dinero? Siempre me lo he preguntado.
Grandes esperanzas
Y resultó que ganaron, al final consiguieron ganar porque a veces cuando se gana, se gana. Empieza la historia con una pequeña empresa de unos sesenta trabajadores que consigue un pequeño contrato de una contrata de una gran multinacional. Esta le envía unos moldes necesarios para hacer cierta pieza y empiezan su producción. Con la crisis la gran multinacional baja su producción y pide menos piezas a la primera subcontrata, esta, tratando de defender sus puestos de trabajo decide que si recuperan los moldes, ellos mismo harán la pieza entera. Y aquí empieza todo ... la pequeña empresa subcontratada por la subcontrata se cierra en banda y se niega a enviar los moldes; tienen 2 años de contrato y no ven el por qué romperlo, y además es que no quieren porque no pueden pues si pierden ese contrato irían a la puta quiebra. La segunda empresa presiona y la pequeña se cierra en banda. Tanta es la presión que en una jugada maestra deciden dejar de hacer piezas. Pronto para la producción en la segunda empresa y poco después para en la gran multinacional. Se origina un conflicto grande y complejo con una clave, sin esa pieza no hay producción y punto. Una semana y siguen sin enviar piezas. Al final, consiguen que la gran multinacional se meta de lleno en el conflicto y haga respetar el contrato ante la necesidad de producir. Y pasan los meses y no se vuelve a hablar del tema, pero para algunos queda la victoria silenciosa, esa de que a veces el pequeño se come al grande y el poder cambia de barrio por unas horas o días. Lástima que no sepamos utilizar en armonía y unión el gran poder que nos otorgó por naturaleza la madre sociedad, pero estos casos, absurdos o no, me llenan de satisfacción, aunque todo acabe en el silencio. Pasó hace unos meses, y fue muy real. Grandes esperanzas aparecen te enteras de que los más pequeños todavía pueden utlizar su fuerza, sus armas, su poder ... su inteligencia.
Injusticias
Pues bueno, comenzaba esa entrada diciendo no se qué de que un día de comienzo de verano te despiertas más temprano de lo normal … y no asumes que es de día, y lo es. Y es lunes. Creo odiar esos días extraños más de lo que odio normalmente un día de inicio de semana, y no por el hecho de despertarme antes de lo normal sino porque lo normal es odioso en si mismo en estos días, incluso inconcebible, incluso y redundantemente odioso. Y sigo redundando porque son tan odiosos esos lunes en si mismos que hasta el domingo anterior es incómodo y molesto, raro. Yo a esto le llamo injusticia, porque lo es y porque me da la gana desvariar a mi antojo. Y no soporto este tipo de injusticias que son tan premeditadas y predecibles porque siempre he creído que es fascinante planear cosas fantasiosamente y que después se cumplan tal cual. Creo en cosas muy extrañas, lo sé, pero creo. Las injusticias de días como estos son tan tan tan injustas que lo justo es publicarlas ahora, en el cénit del fin de semana. Y eso es todo.
Tormenta
Rendición
Si tienes la facultad de girar tu cuello unos 180 grados podrías atisbar sin problemas roces diversos a tu alrededor, sobre todo a tus espaldas por supuesto y sin remedio. Suelen ser roces de personas sea cual sea su cometido. Últimamente he entrado en un estado de total rendición en ciertos campos sociales, no sé si tiene algo que ver con el seguir cumpliendo años o simplemente es que cada cada vez me dan igual más cosas, o me afectan menos, que más o menos viene a ser lo mismo. Puede resultar mediocre, pero el resultado es fabuloso para mi psique y ánimo cotidiano. Aspectos negativos del ser humano - como puede ser una rendición - no tiene siempre porque ser el lado negativo, más si se sigue la premisa de una suma de incierto resultado, como puede ser el dos mas dos igual a cinco. Las cosas no siempre son lo que parecen, mientras, resulta imposible entender el tema este de la crisis después de casi dos años de crisis, al final, seguimos haciendo las mismas cosas, con menor intensidad quizás, pero las mismas cosas a fin de cuentas. Tampoco es muy factible entender que ha cambiado realmente en el mundo después de este tiempo de 'reflexión' mundial post-crisis. En este país bananero - bajo mi punto de vista - la izquierda gobernante sigue pareciendo derecha aparte de gobernar como el culo; la derecha sigue siendo la misma derecha extrema de siempre, aunque en otro punto del espacio político nada constructivo, más si están ellos, la oposición esa. Sin embargo ganarán sin remedio las próxima elecciones, es un hecho. Que el puto mundo cabalga a sus anchas bajo la sombra de un clima asesino en los lugares de siempre, el de los más pobres y míseros. La humanidad sigue su curso de autodestrucción, sigamos escribiendo en blogs y sigamos celebrando la muerte de Cristo adorando figuras e imágenes bajo gritos y llantos. Las cosas siguen yendo mal, y eso es todo.
Bares y gritos
Sentado en la mesa esquinada de un bar de mi ciudad que da a una amplia terraza que en verano está a tope muy cerca de mi trabajo esperaba una salida para poderme marchar, espero una salida para poderme marchar. Cuantiosos gritos perturbaban mi concetración y espera. Entiendo un café o una caña esporádica con esos gritos, un día, dos ... no entiendo horas de una tarde en un bar que dá a una amplia terraza que en verano está a tope muy cerca de mi trabajo, de esas para esperar una salida para poderte marchar. No entiendo a este tipo de padres, madres extraños y extrañas bajo mi entender y sobre todo muy cuantiosos y que que ejercen su paternidad y maternidad - a menudo, demasiadas veces, días - en este, en otro, y en todo tipo de bares. No entiendo niños corriendo entre las mesas y no entiendo bares con tanto grito. Yo no recuerdo ninguno en mi infancia, será por eso. Pero bueno, quién dice bares dice un sinfín de cosas, quién dice niños, y gritos, pues también.
El clima
El clima nos advierte de que esto va algo mal, que hace cosas muy raras últimamente y sobre todo es que lo hace sin previo aviso, de golpe, impulsivamente. Igual el martes luce un sol radiante que el miércoles todo está nublado casi lluvioso; el jueves llueve incesantemente … Hace frío y hace calor en una misma semana, de un día para otro. Mirar al cielo o al mar en estos tiempos ya no es lo que era, en estos tiempos es incluso complicado. La violencia se ha convertido también en una característica más de la naturaleza; digo yo – fiel creyente de que hay algo más que no tiene explicación - que por algo debe ser, que todo tiene que suceder por algún motivo, incluso este clima cambiante y asesino. Hace tiempo ya de esta historia, pero siempre está ahí, francamente. Hoy ha lucido un sol maravilloso en mi ciudad, se podía sentir un rastro futuro del verano que se acerca. Pero luego llegó la noche y ahora la madrugada, lució el sol en mi ciudad si, pero ahora hace frío. Lo dicho, las cosas siguen yendo mal, hasta el clima nos lo advierte en forma de rendición.