Injusticias

18 septiembre, 2010
Repasaba una entrada grabada en borradores que comenzaba diciendo que ya llegaba el verano o algo así, y no, no la he borrado ni pretendía hacerlo, simplemente es que como se ha acabado el verano, el continuarla se me hizo imposible y al repasarla se me fue la olla allá por Úbeda. Escribiendo encima del verano con el otoño como necesidad obligatoria aunque por supuesto conservando el eco de ese verano y en paralelo y poéticamente el mismo espacio virtual pues me ha salido esto. Y eso que hacía tiempo, pero este espacio siempre es un destino seguro y cierto, y no creo que pueda perderlo.
Pues bueno, comenzaba esa entrada diciendo no se qué de que un día de comienzo de verano te despiertas más temprano de lo normal … y no asumes que es de día, y lo es. Y es lunes. Creo odiar esos días extraños más de lo que odio normalmente un día de inicio de semana, y no por el hecho de despertarme antes de lo normal sino porque lo normal es odioso en si mismo en estos días, incluso inconcebible, incluso y redundantemente odioso. Y sigo redundando porque son tan odiosos esos lunes en si mismos que hasta el domingo anterior es incómodo y molesto, raro. Yo a esto le llamo injusticia, porque lo es y porque me da la gana desvariar a mi antojo. Y no soporto este tipo de injusticias que son tan premeditadas y predecibles porque siempre he creído que es fascinante planear cosas fantasiosamente y que después se cumplan tal cual. Creo en cosas muy extrañas, lo sé, pero creo. Las injusticias de días como estos son tan tan tan injustas que lo justo es publicarlas ahora, en el cénit del fin de semana. Y eso es todo.